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lunes, 13 de mayo de 2019

José Leonardo Chirino

José Leonardo Chirino (Curimagua, Falcón, 25 de abril de 1754-Caracas, 10 de diciembre de 1796) fue un zambo venezolano que lideró una fallida insurrección en el año 1775 en busca de la abolición de la esclavitud, la igualdad entre negros y blancos y la eliminación de impuestos y alcabalas a los negros e indios y cuyos propósitos incluían por primera vez la instauración de una república en el país. El movimiento liderado por Chirino no se propagó más allá de una parte del occidente del país, pero logró provocar una seria alteración del orden colonial en Venezuela.

José Leonardo Chirino fue hijo único de una indígena libre y de un negro esclavo perteneciente a una familia criolla de apellido Chirino; fue entonces, un zambo libre.

Chirino se casó con una esclava llamada María de los Dolores con quien tuvo 3 hijos: María Viviana, Rafael María y José Hilario.

Antecedentes de la rebelión

Distintas causas dieron origen a este movimiento insurrecto de los negros en la serranía del estado Falcón, a finales del siglo XVIII. Entre estas causas se encuentran la distintas condiciones en la que se encontraban los negros, que eran unos libres y otros esclavos; así como la de los indios, que eran respecto a los tributos, unos exentos y otros demorados (la demora era la obligación de trabajar en las minas 8 meses al año). En el trato de los unos con los otros, tanto los negros esclavos como los indios “demorados” se daban cuenta de lo injusto de su situación.

Así estaban las cosas cuando circuló el rumor de que el Rey de España Carlos III había acordado flexibilizar el régimen de la esclavitud; se decía que la cédula que esto ordenaba habría llegado a Venezuela, pero las autoridades coloniales y especialmente el Cabildo de Caracas se oponían a darle cumplimiento, por ser atentatoria a los derechos de los propietarios.

Este rumor fue dispersado por un africano conocido como Cocofio. El historiador venezolano Vinicio Romero expone en su libro Historia de Venezuela (p 125, 2000) “El negro brujo Cocofío encendió los ánimos muchos años antes, en 1770, cuando daba voces de campo en campo celebrando la Real Cédula que otorgaba libertad a los esclavos tal Cedula no existía sino en la imaginación de los negros, sobretodo en la del brujo Cocofio, que logró contagiar su entusiasmo a los demás negros y encauzarlos, peligrosamente, hacia la lucha por hacer que las autoridades españolas cumplieran con la supuesta orden el Rey, que según decían, la tenían escondida los blancos.

Después de su muerte en 1792, esta constante insistencia sobre la libertad de los esclavizados fue retomada y reactivada por los cimarrones africanos procedentes de las colonias holandesas, francesas e inglesas. Varios centenares de estos cimarrones que se fugaron de las colonias extranjeras se refugiaron en la región de Coro, donde existían diferentes vías que abrían el paso a los esclavizados africanos insulares que se liberaron.

La idea de implantar lo que entonces era conocido como "La Ley de los Franceses", que no es otra cosa que la República, el legado fundamental de la Revolución Francesa, va ganando adeptos entre los negros esclavos y libres, zambos, indios y mestizos.

Pero el detonante decisivo de las convulsiones de 1795 es de orden más doméstico. Por esos días ejerce funciones de recaudador de rentas Juan Manuel Iturbe, a quien suele pasársele la mano a la hora del rigor y los castigos, y es contra esa situación en particular, que humilla y enardece a los labradores, que Chirino se levanta en armas.

Según Romero (p 125, 2000) esto decía Chirino para justificar su rebelión: “Allá hacia Curimagua hay muchos alcabaleros, y si uno va a comprar una resecita a Baragua, u otra parte, paga la alcabala allá, y en cuanto pasa por el pueblo de San Luis, aunque no venda en él la res, se la aforan y vuelve a pagar la misma alcabala; y luego trae la resecita a Curimagua y la vende por panelas, porque allí no hay dinero y baja con las panelas a Coro, y cuando llega a Caujarao le quitan una prenda y le dan una papeleta, y ha de traer otra de la administración, y si no la trae en aquel día, porque tal vez no pudo vender, o se dilató por otro motivo que no pudo venir, el alcabalero de Caujarao vende la prenda o se queda con ella aunque valga más que la alcabala”.

Insurrección de José Leonardo Chirino

Chirino trabajaba como labriego, arando la tierra para el cultivo a las órdenes del terrateniente José Tellería en Curimagua.

José Tellería, un rico comerciante quien llegara a ser síndico procurador de Coro, solía realizar viajes de negocios a las Antillas, y en más de una ocasión Chirino se embarca como acompañante.

José Leonardo Chirino tiene así contacto con las ideas y la práctica revolucionaria que tuvieron su epicentro en Francia; la noticia del momento son los levantamientos de esclavos liderados por Toussaint-Louverture y las tendencias republicanas que pugnan por imponerse sobre el régimen colonial.

Es en el territorio del actual Haití, donde José Leonardo Chirino observó personalmente el cambio que se venía produciendo en esta isla desde el año 1791, originado por la revolución independentista que llegó al exterminio de todos los blancos.

Este se convirtió en el estilo de Chirino, al menos en el principio de su rebelión, y así llevó a cabo sus planes causando destrucción y matanzas por las haciendas escenario de su revuelta.

Cuando José Leonardo Chirino regresó a Venezuela se incorporó a un grupo de conjurados que se reunían en el trapiche de la hacienda Macanillas (Curimagua, Edo. Falcón), entre los que se encontraba José Caridad González, un negro congolés muy informado de las ideas de la Revolución francesa.

Chirino se valió de la popularidad y el nombre el este líder de los negros, José Caridad González y junto con sus amigos Cristóbal Acosta y Juan Bernardo Chiquito organizan el plan insurreccional. Todo esto le sirvió a Chirino para encabezar el 10 de mayo de 1795, un día domingo, el movimiento armado desde la mencionada hacienda.

Los conspiradores se juntaron para un baile en la hacienda “Mancillas”, en Curimagua. El trapiche fue el pretexto para agrupar a los conspiradores. Entrada la noche, y estimulados por el aguardiente, se trasladaron a otra hacienda donde proclamaron la igualdad y la libertad de los esclavos: “Negros y blancos son iguales. Desde hoy no habrá más esclavitud, no habrá más tributos ni más pagos de alcabala en toda la Provincia” en estos principios sustentaba Chirino su revolución.

Los insurgentes proclamaron abiertamente sus objetivos:
  • La aplicación de la “Ley Francesa”, significando el establecimiento de una república democrática;
  • La libertad de los africanos esclavizados y la abolición de la esclavitud;
  • La supresión de tributos pagados por los indígenas (demora) y los impuestos como la “alcabala”;
  • La eliminación de la aristocracia blanca.
  • La conspiración contaba con los esclavos y negros libres de las haciendas Varón, Caribe, Naranjal, Santa Lucía, Consumidero y Guadalupe, más los de los pueblos de la Sierra.

    Desde la hacienda “El Socorro”, donde el grupo de negros tenían su cuartel general, luego de haber dado muerte al hacendado mexicano José Nicolás Martínez, pasaron a otras haciendas, dejando destrucción y muertes a su paso, bajo el mismo esquema que sus hermanos de raza haitianos. En Curimagua asesinaron a José Tellería, patrón de Chirino, arrasando su casa.

    El dominio ejercido por la sociedad criolla en las regiones tomadas por los alzados entra en crisis; en las haciendas que caen en poder de estos se impone la supresión de la esclavitud, la eliminación de los privilegios y de los impuestos de alcabala.

    Resueltos a tomar Coro, al siguiente día un grupo conformado por 200 hombres dirigidos por Juan Cristóbal Acosta, escasamente armados, avanzaron hacia Caujarao. Partiendo el 11 de mayo a las 3 de la tarde y arribano al pueblo a las doce de la noche, allí se detuvieron a esperar a Chirino quien debía unírseles con otro grupo de negros.

    La idea inicial de llegar a Coro sufre un primer contratiempo luego de los éxitos iniciales, ya que los alzados deciden permanecer en las zonas tomadas. En el entretiempo, la sociedad criolla tiene oportunidad de organizarse y de conseguir refuerzos, enteradas las autoridades de que las armas de los alzados eran pocas, tomaron posiciones desde sur de Coro juntando un contingente mejor preparado; llevaban además de otras armas de fuego, 2 cañones pedreros. Cuando los negros acometieron desordenadamente, sus columnas fueron destrozadas. En la corta refriega murieron 25 negros y quedaron 24 heridos.

    Chirino nunca llegó a unirse al grupo inicial de alzados. Más bien, hostigado y abandonado por sus seguidores, Chirino se refugia en la serranía falconiana.

    En la persecución a José Leonardo Chirino se apresaron y ahorcaron a los sospechosos, y los campesinos fueron torturados para obligarlos a informar sobre el paradero de José Leonardo Chirinos y el resto de los alzados.

    Ejecución de Chirino

    José Leonardo Chirino quien no llegó a tiempo para participar en el combate, al saber la derrota se internó en la serranía, trata de reorganizarse.

    Escribe al cacique y a los indios de Pecaya, pidiéndoles incorporación a la lucha y prometiéndoles que no pagarían demora; esto era un tributo especial de los indígenas y que ahora se les cobraba en dinero en efectivo.

    Sin embargo, en el mes de agosto de ese mismo año, mediante la traición de un antiguo compañero se facilita su captura. A Chirino inicialmente lo llevan a la cárcel de Coro, donde fue torturado brutalmente. Posteriormente en noviembre es trasladado hacia Caracas, donde la Real Audiencia lo condena a muerte por delito de subversión.

    Se le condena a muerte de horca la cual se ejecutó en la plaza principal de la capital, adonde sería arrastrado desde la Cárcel Real, y verificada su muerte, se le corta la cabeza y las manos y se colocó aquella en una jaula de fierro sobre un palo de veinte pies de largo en el camino que salía de esta ciudad para Coro y para los Valles de Aragua, y las manos fueron remitidas a Coro para que una de ellas fuese clavada en un palo de la propia altura y se fijará en la inmediación de la aduana llamada para entonces Caujarao, camino de Curimagua, y la otra en los propios términos en la altura de la sierra done fue muerto José Tellería.

    Su hija Viviana fue vendida por 200 pesos y a sus dos hijos los vendieron por 120 y 150 pesos respectivamente. Y como última medida se incluye en el escudo de la ciudad de Coro las tres cabezas degolladas y sangrantes de José Leonardo y sus lugartenientes, como pública advertencia a quienes tuvieran pensado levantarse contra Dios y el Rey.

    La condena es realizada conforme a la tradición colonial y en concordancia con los agravios infligidos por el alzado a los sectores dominantes. El 10 de diciembre de 1796, Chirino es inmolado en la horca, en plaza pública y su cuerpo fue descuartizado y colocadas sus partes en distintos lugares.

    Legado de Chirino

    El movimiento encabezado por Chirino y José Caridad González, fue una insurrección que impactó política, social y económicamente a la sociedad colonial venezolana. El legado de Chirino y de otros afrodescendientes, como José Joaquín Veroes, Gerónimo Guacamaya, José Tomás León, Leonardo Infante, Francisca Paula Aguado, Hipólita Bolívar, Marta Cumbale, José Ascensión Farreras, Inés María Páez; Matea Bolívar y Pedro Camejo en diferentes tiempos contribuyeron con la independencia, consolidación de la libertad y soberanía en Venezuela.

    Conmemoración

    Con el objeto de cumplirse en 1995, 200 años de la rebelión liderada por Chirino, el Ejecutivo Nacional, el Congreso de la República y diversas instituciones culturales del país, acordaron homenajear al luchador social. Entre los actos conmemorativos, se develó una placa en el Panteón Nacional, el 10 de mayo de 1995, con lo cual quedó reconocida oficialmente su presencia al lado de los otros próceres venezolanos.

    En el 2005 fue decretado el 10 de mayo como "Día de la Afrovenezolanidad", por el entonces presidente de la Asamblea Nacional, Nicolás Maduro, para conmemorar 210 años de la rebelión de Leonardo Chirino en la Sierra de Coro.

    El 10 de mayo de 2015 se develó una placa del héroe en la plaza Bolívar de Caracas en el mismo sitio donde Chirino fue ejecutado el 10 de diciembre de 1796.

    El aeropuerto de Coro lleva su nombre, así como el 421 Batallón de Infantería Paracaidista de la Fuerza Armada Bolivariana de Venezuela.

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