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miércoles, 22 de mayo de 2019

Decreto de Guerra a Muerte. 15 de junio de 1813

La proclama del Decreto de Guerra a Muerte fue emitida por Simón Bolívar en los inicios de la “Campaña Admirable” cuyo propósito era declarar sus futuras órdenes de fusilamiento y muerte a todo español o canario que luchara a favor de la corona española, incluso aquellos que fueran indiferentes y no lucharan a favor de los patriotas por la independencia de Venezuela.

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La célebre y terrible proclama del Libertador fue emitida en la ciudad de Trujillo, a un mes de iniciarse la “Campaña Admirable”. El 14 de junio llegó Bolívar a la ciudad de Trujillo luego de haber liberado San Antonio, San Cristóbal, La Grita y Mérida.

En Trujillo, el 15 de junio de 1813, después de meditar largas horas, Bolívar dictó aquella Proclama de Guerra a Muerte, documento controversial que se le justifica al Libertador por la manifiesta crueldad de los españoles realistas. Los españoles venían aplicando en la práctica la guerra a muerte desde 1812. Bolívar oficializó con su proclama la misma.

Proclamaba de Guerra a Muerte expresaba que todo español que no participara activamente en favor de la independencia de la patria sería asesinada, y que todos los sudamericanos serían perdonados, incluso si cooperaban con las autoridades españolas.

El Decreto de Guerra a Muerte fue la respuesta de Bolívar ante los numerosos crímenes cometidos por los líderes realistas, entre los que se contaron Domingo de Monteverde y Francisco Cervériz. Las atrocidades que estaban viviendo los republicanos provocaron el rechazo de algunos seguidores de la causa monárquica. Uno de ellos fue Francisco de Heredia, oidor y regente de la Real Audiencia de Caracas, quien solicitó que cesaran las ejecuciones, lo cual no sucedió.

Entre 1815 y 1817 fueron asesinados varios ciudadanos distinguidos de Nueva Granada a manos de los españoles, y en febrero de 1814 varios prisioneros españoles fueron ejecutados en Caracas y La Guaira por órdenes de Bolívar.

Es a causa de este decreto que en inicios de 1814, el gobernador militar interino en Caracas, el para entonces Coronel Juan Bautista Arismendi, fue encargado por Bolívar a pasar por el pelotón de fusilamiento a 886 prisioneros españoles así como entre 500 y 1000 heridos y enfermos en el hospital de La Guaira entre el 13 y 16 de febrero.

Tales acciones trajeron consigo fuertes críticas a las acciones del Libertador, de parte de diversos sectores moderados y de la iglesia católica.

El 6 de julio de 1816, estado en Ocumare de la Costa, ya proclamada la Tercera República, Simón Bolívar anunció el cese de la “Guerra a Muerte”.

Sin embargo, no se hizo oficial hasta el 26 de noviembre de 1820, cuando el general español Pablo Morillo se reunió con Bolívar para declarar como guerra convencional a la guerra de independencia.

A continuación presentamos el contenido del Decreto de Guerra a Muerte de Simón Bolívar.

    Decreto de Guerra A Muerte

    Venezolanos:

    Un ejército de hermanos, enviado por el Soberano Congreso de la Nueva Granada, ha venido a libertaros, y ya lo tenéis en medio de vosotros, después de haber expulsado a los opresores de las Provincias de Mérida y Trujillo.

    Nosotros somos enviados a destruir a los españoles, a proteger a los americanos y establecer los gobiernos republicanos que formaban la Confederación de Venezuela. Los Estados que cubren nuestras armas están regidos nuevamente por sus antiguas constituciones y magistrados, gozando plenamente de su libertad de independencia; porque nuestra misión solo se dirige a romper las cadenas de la servidumbre que agobian todavía a algunos de nuestros pueblos, sin pretender dar leyes ni ejercer actos de dominio, a que el derecho de la guerra podría autorizarnos.

    Tocados de vuestros infortunios, no hemos podido ver con indiferencia las aflicciones que os hacían experimentar los barbaros españoles, que os han aniquilado con la rapiña y os han destruido con la muerte; que han violado los derechos sagrados de las gentes, que han infringido las capitulaciones y los tratados más solemnes; y en fin han cometido todos los crímenes, reduciendo la república de Venezuela a la más espantosa desolación, así pues, la justicia exige la vindicta, y la necesidad nos obliga a tomarla. Que desaparezcan para siempre del suelo colombiano los monstruos que lo infestan y han cubierto de sangre; que su escarmiento sea igual a la enormidad de su perfidia, para lavar de este modo la mancha de nuestra ignominia y mostrar a las naciones el universo que no se ofende impunemente a los hijos de América.

    A pesar de nuestros justos resentimientos contra los inicuos españoles, nuestro magnánimo corazón se digna, aun, abrirles por última vez una vía a la conciliación y a la amistad; todavía se les invita a vivir entre nosotros pacíficamente, si detestando sus crímenes y convirtiéndose de buena fe, cooperan con nosotros a la destrucción del gobierno intruso de la España y al restablecimiento de la República de Venezuela.

    Todo español que no conspire contra la tiranía en favor de la justa causa por los medios más activos y eficaces, será tenido por enemigo y castigado como traidor a la patria, y por consecuencia será irremisiblemente pasado por las armas. Por el contrario, se concede un indulto general y absoluto a los que pasen a nuestro ejército con sus armas o sin ellas; a los que presten sus auxilios a los buenos ciudadanos que se están esforzando por sacudir el yugo de la tiranía. Se conservarán en sus empleos y destinos a los oficiales de guerra y magistrados civiles que proclamen el Gobierno de Venezuela y se unan a nosotros; en una palabra, los españoles que hagan señalados servicios al Estado serán reputaros y trataros como americanos.

    Y vosotros, americanos, que el error o la perfidia os ha extraviado de la senda de la justicia, sabe que vuestros hermanos os perdonan y lamentan sinceramente vuestros descarríos, en la íntima persuasión de que vosotros no podéis ser culpables y que solo la ceguedad de ignorancia en que os han tenido hasta el presente los autores de vuestros crímenes, han podido induciros a ellos. No temáis la espada que viene a vengaros y a cortar los lazos ignominiosos con que os ligan a su suerte vuestros verdugos. Contad con una inmunidad absoluta en vuestro honor, vida y propiedades; el solo título de americanos será vuestra garantía y salvaguardia. Nuestras armas han venido a protegeros, y no se emplearan jamás contra un solo de vuestros hermanos.

    Esta amnistía se extiende hasta los mismos traidores que más recientemente hayan cometidos actos de felonía; y será tan religiosamente cumplía que ninguna razón, causa o pretexto será suficiente para obligarnos a quebrantar nuestra oferta, por grandes y extraordinarios que sean los motivos que nos deis para excitar nuestra animadversión.

    Españoles y canarios, contad con la muerte, aun siendo indiferentes, si no obráis activamente en obsequio de la libertad de la América. Americanos, contad con la vida, aun cuando seáis culpables.

    Cuartel General de Trujillo, 15 de junio de 1813
    Simón Bolívar.

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